Llevo ya dedicándome a esto más o menos 7 años… Durante todo este tiempo he podido conocer a todo tipo de personas. En mi primera experiencia laboral, trabajé con personas con discapacidad intelectual y aprendí que la vida te puede cambiar de un momento a otro, que da igual el dinero que tengas, que las enfermedades pueden aparecer en el momento que menos te lo esperas y cambiarte la vida, dando esta un giro de 180 grados que nunca esperas.
Todos los planes que tienes con esa persona nunca se verán realizados, o habrá que modificarlos. Cambias tu forma de pensar, de actuar y aprendes a disfrutar del día a día y no miras tanto a un futuro muy lejano. Intentas ofrecer a esa persona lo mejor de ti, aprendiendo a valorar cosas que tal vez antes no valorabas. A veces es difícil pararte a pensar en esto si no trabajas con estas personas o sucede dentro de tu entorno.
Cuando te apasiona tu trabajo ofreces cada día lo mejor de ti, sin esperar nada a cambio, intentas sonreír siempre, no perder la paciencia aunque a veces resulte complicado, pero no imposible.
Cuando realmente amas tu trabajo el logro que consigues de cada participante, es para ti es una victoria. Con el tiempo y la convivencia pasas a formar parte importante de su vida y te das cuenta que son personas que aman los pequeños detalles.
Fueron años maravillosos compartidos con un gran equipo personas, que con tan solo mirarnos sabíamos lo que teníamos que hacer, de los que tengo recuerdos maravillosos, que siempre llevare en mi corazón y que con los que espero seguir en contacto como hasta hoy.
Después cambié y tengo que reconocer que también me lleve una grata sorpresa, ya que las personas mayores tienen una historia que contar, un pasado lleno de anécdotas, que si sabes escuchar atentamente te hacen conocer muy bien a cada persona. Para ellos es muy importante que no solo les oigas sino también que les escuches.
Aunque ya sabía que esta seria mi pasión, con el paso de tiempo me doy cuenta que cada vez me gusta más y que mi trabajo cada día es un reto nuevo. Cuando tratas a la persona con respeto, cariño y amabilidad ellos hacen lo mismo y te devuelven el mismo cariño incluso más del que tu les das a ellos.
Para mí pasan a formar parte importante de mi vida, ya que mi filosofía de trabajo es: “trátalos como si fueran de tu propia familia”. Recuerda que alguien de tu familia puede estar en esa misma situación. Además, no se nos debe olvidar nunca que tratamos con seres humanos, no con maquinas u objetos. Hay que recordar que son personas vulnerables que les afecta mucho tanto lo bueno como lo malo. Ellos, gracias a su experiencia en la vida, te pueden enseñar muchas cosas porque son un gran pozo de sabiduría y de vivencias de las cuales podemos aprender mucho.
Entre otros de mis pensamientos está el no tratar a la persona como si fueran un mueble, algo que molesta, algo que no sirve… debemos de tener en cuenta que muchas de las cosas que sabían hacer por algún motivo no las hacen igual que antes o se les ha olvidado. Y tampoco debemos olvidar la paciencia que tuvieron con nosotros cuando éramos pequeños, el amor con el que nos trataban, todo lo que nos enseñaron; a caminar, a levantarnos cuando nos caíamos, a leer, a saber esperar y a que con amor y paciencia todo se consigue. Ahora que ya no son jóvenes debemos demostrarles que estaremos siempre a su lado, que son parte importante de nuestra vida, que les ayudaremos cuando sea necesario, que tendremos paciencia, que contaremos con ellos cuando haya una decisión que tomar y que siempre serán parte de nuestra familia.
Ahora es tiempo de devolverles a ellos toda la atención y el cariño que nos han dado cuando fueron jóvenes.
Mónica Betancur
Técnico de Atención Sociosanitaria
